jueves, 28 de abril de 2011

Cuando el árbol no nos deja ver el bosque...


Desde la infancia vamos acumulando experiencias, agradables y desagradables, que quedan archivadas en el fondo de la memoria o de la desmemoria, del recuerdo consciente o del rechazo inconsciente. En ambos casos, el círculo ha podido quedar abierto, el asunto inconcluso. Todas las vivencias que no quedan cerradas satisfactoriamente tenderán a salir una y otra vez ante determinados "detonadores". De este modo, vamos cargando piedras en la maleta y arrastrando un bagaje innecesario que dificulta nuestro caminar. Un niño reprendido a gritos por sentarse en el regazo de su padre tal vez sienta temor toda su vida ante la intimidad física con las mujeres. Los hijos que presenciaron habitualmente violencia doméstica quizá desarrollen mecanismos para evitar el conflicto en cualquier situación o incorporen la violencia como algo natural. Muchas parejas que se separan sin comprender cómo se formaron ni las causas profundas de su separación tienden a repetir una y otra vez, con parejas distintas, los mismos comportamientos y las mismas rupturas...
Es así como se entiende que no suela vivirse cada instante de un modo espontáneo y fresco, sino teñido por todo un cúmulo de sensaciones, sentimientos, fobias y filias que lo tiñen todo, dificultando actuar en cada momento con el máximo del sentido común y eficacia exigidos por la situación. En cierto sentido es como si "lloviese sobre mojado". La psicoterapia tiene como objetivo, entre otros muchos, contribuir a limpiar y enriquecer el sentido que la persona tiene de su "fondo", para que cada nueva experiencia o "figura" pueda ser vivida en armonía con su naturaleza, para que pueda integrarse en aquél de un modo sano y no vuelva a interferir posteriormente en el vasto campo de experiencias por vivir.
Hay personas que prefieren no remover el fondo de las aguas para que éstas no se enturbien, pero es difícil sacar el "chapapote" de debajo de las rocas sin provocar removidas o extraer los vidrios rotos del lecho de un río sin levantar algo de fango. A lo largo de una terapia, uno entra en contacto con las propias "locuras", puede hurgar en sus entretelas para que surja la inocencia, los celos, la bondad, los miedos, la brillantez, el espíritu de venganza, el heroísmo y cuantas virtudes y pasiones contribuyen a hacernos más humanos. El fondo o bosque es sugerente y fértil, está preñado de posibilidades y potencialidad. La figura o árbol posee el magnetismo de atraer nuestra atención una y otra vez hasta que su contorno queda delimitado.
A veces el bosque es un conjunto de fantasías e ilusiones que se perfilan en la lejanía e impiden la realización de un proyecto concreto. En otras ocasiones constituye una espesura impenetrable de tareas que nos abruman y que vamos posponiendo día tras día incapaces de establecer prioridades. Pero si enfocamos la atención en cualquiera de sus "árboles", somos capaces de ver su belleza, de aprovechar sus frutos o su sombra, de contagiarnos de su sabiduría de supervivencia que hunde sus raíces en la profundidad y alza su copa al cielo, aceptando sol y lluvia. A un estudiante o a un opositor puede apabullarle el grosor de las asignaturas o del temario, pero, lección a lección, tema a tema, el enorme "bosque" por atravesar no es tan impracticable, hay senderos y caminos que no cansan si se recorren poco a poco.


Colodrón Alfonso


1 comentario:

Hebe dijo...

Mucho nos dice éste autor, somos tan complejos y tan simples a la vez...